Ayün Küyen

Ayün Küyen

viernes, 10 de octubre de 2014

La Guía Interior



La inteligencia femenina: Cómo se «corporeízan» los pensamientos

Las mujeres tenemos la capacidad de saber lo que sabemos con el cuerpo y el cerebro al mismo tiempo, en parte debido a que tenemos constituido el cerebro de tal manera que, cuando nos comunicamos, tenemos un buen acceso a la información contenida en ambos hemisferios y en el cuerpo.
En el colegio me enseñaron a desconfiar de mi proceso de pensamiento, porque nunca cuadraba con la modalidad dualista en que está establecida la educación. En los tests de opciones múltiples, por ejemplo, siempre encontraba alguna razón por la cual podían ser correctas casi todas las respuestas. Siempre veía el «cuadro global» y comprendía cómo todo estaba relacionado con todo lo demás. Cuando veían mis respuestas equivocadas, mis profesores solían decirme: «Le atribuyes demasiado significado a todo. La respuesta correc-ta es evidente». A mí no siempre me parecía evidente. Ahora que he aprendido a valorar lo íntimamente li-gados que están mis pensamientos, mis emociones y mi cuerpo físico, he comenzado a recuperar toda mi inte-ligencia. Es pasmoso comprobar cuántas mujeres inteligentísimas se creen tontas debido a que gran parte de su inteligencia ha sido subvalorada. La doctora Linda Metcalf dice: «Las mujeres creen que su intelecto es una estructura mental masculina metida en su cabeza».
Me he dado cuenta de que, como muchas mujeres, hablo y pienso de una forma multimodal en espi-ral, usando al mismo tiempo mis dos hemisferios cerebrales y la inteligencia de mi cuerpo. Jean Houston des-cribe así la evolución de la forma de pensar multimodal: Durante siglos las mujeres estuvieron en sus cuevas, removiendo la sopa con una mano, meciendo al bebé en una cadera y echando fuera al lanudo mamut con un pie. Hemos evolucionado teniendo que concentrarnos en más de una tarea al mismo tiempo, comprendiendo de modo innato las consecuencias de nuestros actos, no sólo para nosotras mismas, sino también para toda nuestra unidad familiar o nuestra tribu. Al tener que concentrarnos en varias cosas a la vez a lo largo de los siglos, las mujeres hemos desarrollado una estructura cerebral y un estilo de pensar que son característica-mente diferentes de los de la mayor parte de los hombres.
En la mayoría de las mujeres, el cuerpo calloso, esa parte del cerebro que conecta los hemisferios de-recho e izquierdo, es más grueso que en la mayoría de los hombres. Es decir, los dos hemisferios cerebrales están «conectados» de distinta manera en los hombres y en las mujeres. Los hombres usan principalmen-te el hemisferio izquierdo para pensar y comunicar sus pensamientos; su razonamiento suele ser lineal y orientado hacia la solución: va «al grano». Las mujeres, por el contrario, empleamos más zonas del cere-bro que los hombres para comunicarnos; utilizamos los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo. Da-do que el hemisferio derecho tiene conexiones más abundantes con el cuerpo que el hemisferio izquier-do, cuando hablamos y pensamos, las mujeres tenemos más acceso a la sabiduría de nuestro cuerpo que la mayoría de los hombres.
Esto no quiere decir que el cerebro masculino carezca en absoluto de esta capacidad. Sólo se trata de que durante siglos no se ha animado a los hombres a desarrollar estas capacidades. Durante los cinco mil últimos años, la sociedad occidental ha creído que el enfoque lineal del hemisferio izquierdo es la forma superior de comunicación, y que la forma más «corporeizada» de hablar y pensar de la mujer es inferior y «menos evolucionada». Los autores del libro Brain Sex* observan: «Al parecer los hombres son el sexo que dice lo primero que le viene a la cabeza, mientras que las mujeres se comunican haciendo uso de un repertorio mucho más amplio. Tomándolo todo en cuenta, los hechos pintan un cuadro completo de un intercambio de información más animado y más amplio en el cerebro femenino».6 Lamentablemen-te, en lugar de desarrollar esta forma de pensar «corporeizada», hemos aprendido a rechazar y denigrar esta capacidad.
En un reciente diálogo con la sociolingüista Deborah Tannen, Robert Bly dijo: «Las palabras es-tán en un lóbulo del cerebro y los sentimientos en el otro». Esta afirmación, debo subrayar, sólo vale para la mayoría de ios cerebros masculinos. No toma en cuenta en absoluto la complejidad del cerebro feme-nino. «Eso significa entonces —continuó Bly— que las mujeres tienen la capacidad de mezclar esos lóbu-los con mucha más rapidez que los hombres. Las mujeres tienen una superautopista para ir allí. Y como hiciera notar Michael Meade, los hombres nos quedamos con un tortuoso caminito rural, y tenemos suerte si pasa por ahí una palabra».7
Cuando estoy explicando algo conCuando estoy explicando algo con detalles, mi marido suele decirme: «¿No puedes decirlo con menos palabras? ¿No puedes ir al grano?». Esto manifiesta un estilo de comunicación típicamente mas-culino. Cuando yo pienso y hablo, uso el lenguaje para expresar la riqueza de lo que pasa por mi mente y mi cuerpo al comunicar mis pensamientos. Me gusta entretenerme con el lenguaje, vagar en él. Muchas veces he llegado a entender lo que siento hablando de ello un rato, dejando surgir los pensamientos de todo mi cuerpo y todo mi cerebro antes de decirlos. Procesar las ideas verbalmente o escribir mis pen-samientos me sirve para conocerme más.
Mi marido, por el contrario, usa las menos palabras posibles. Él y la mayoría de los hombres quieren llegar al grano, al producto o la solución, y todo tiene que tener una; si no, no vale la pena hablar de ello. La mayoría de los hombres consideran y sienten tedioso e inútil el «proceso» de llegar al grano. (Suelen usar un puntero cuando dan una conferencia, y lo pasan muy mal si no tienen uno. Las mujeres rara vez usan un puntero, a no ser que hayan superdesarrollado selectivamente el hemisferio izquierdo.) El doctor George Keeler, un colega en medicina holista, dice: «Cuando hablan los hombres, se saltan los verbos. Cuando hablan las mujeres, se saltan los sustantivos». Refiriéndose a la física cuántica, que ense-ña que las partículas y las ondas son simplemente aspectos distintos de la materia, el doctor Keeler ob-serva: «Los hombres hablan un lenguaje partícula. Las mujeres hablan un lenguaje onda».
La forma de pensar multimodal, «corporeizada», hace posible a la mayoría de las mujeres ir a la compra sin lista y recordar todo lo que iban a comprar, además de otros artículos que de pronto recuer-dan que necesitan. Cuando estoy en medio de una operación quirúrgica, también soy consciente de lo que están haciendo mis hijas, de que necesitamos servilletas de papel y de que tengo que comprar pan de camino a casa. Todo eso pasa por mi cerebro al mismo tiempo. Esto se llama «pensamiento relacio-nal». Mi marido, por su parte, tiene en la mente uno o dos pensamientos y trabaja en una o dos tareas a la vez. Generalmente tiene que volver a la tienda tres veces para comprar lo que yo compro en un solo viaje.
Las diferencias entre los estilos de comunicación masculino y femenino se hacen notar repetida-mente en mi consulta. Cuando le estoy explicando la enfermedad de una paciente a su marido o compa-ñero, suelo decirle: «Escuche, cuando le explico lo que tiene su esposa [o su compañera], da la impresión de que hablo en círculos». Describo un círculo con el dedo. «Voy por allí, por aquí y por allí. Tal vez esto le parezca una digresión, y tal vez no vea la pertinencia de lo que le estoy diciendo. Pero todo está rela-cionado. Sígame, que ya llegaré al punto principal y se lo armaré todo».
Mis opiniones y las de otros científicos sobre las diferencias entre la forma de pensar masculina y femenina son controvertidas. Sin embargo, al margen de lo que creemos, he llegado a comprender que para estar totalmente sanas, las mujeres debemos valorar la totalidad de la inteligencia que tenemos a nuestra disposición, ya que nos viene de todo nuestro ser: cuerpo, mente y espíritu.

Cómo leer tu sangre menstrual

Esta es una invitación para las mujeres que gustan de la observación de su cuerpo y su ciclo. Como ya hemos visto en otros artículos, la sangre menstrual es una síntesis biológica de lo que comemos, vivimos y hacemos durante cada ciclo. Por ello, al observar nuestro sangrado y llevar un registro de su apariencia podemos monitorear el estado de salud de nuestro cuerpo.
Con este artículo quisiera dar a conocer las posibilidades de diagnóstico a las que podemos acceder a través de nuestra menstruación, de ninguna manera sustituye el diagnóstico médico, pero espero que pueda a ayudarnos a entender un poco más lo que pasa en nuestro cuerpo y advertirnos sobre algún desequilibrio.

ÓRGANOS DEL CUERPO INVOLUCRADOS EN LA MENSTRUACIÓN
Desde la visión de la medicina tradicional china, la sangre va acompañada de la energía vital que nos permite sostener nuestro espíritu en el cuerpo. Cada uno de los 5 órganos del cuerpo (corazón, bazo, pulmones, riñones, hígado) genera determinado tipo de energía y la moviliza a través de la sangre. A través de este intercambio y flujo energético se genera un balance o equilibrio en nuestro cuerpo que es la base integral de nuestra salud.

La sangre menstrual se genera a partir de la acción conjunta de tres órganos: Hígado, que comanda la cantidad de sangre que vamos a generar y proporciona la sangre a los órganos; Corazón, quien la mantendrá dirigida hacia el útero; y riñones, que proporcionarán la esencia biológica (ARN) que compone esta sangre, es decir, otorga los nutrientes necesarios para que se desarrolle un posible embarazo.
Desde la visión de la medicina científica, la sangre menstrual se compone de agua, diversas células muertas del endometrio, lípidos, proteínas, algunas hormonas como la progesterona, y dos componentes de suma importancia para nuestra salud:
*Células Madre Estromales (MenSCs) que son células que cuentan con alta capacidad de regeneración, multiplicación y auto-activación, es decir, pueden convertirse en células de cualquier tipo, por lo tanto pueden generar o regenerar diferentes tipos de tejido orgánico, muscular u óseo de nuestro cuerpo. Es por esto que diferentes laboratorios de crio-genética hoy en día utilizan la sangre menstrual para curar enfermedades celulares serias como la leucemia o el cáncer.(2)

*ARN (Acido ribo nucléico) celular. El ARN es la esencia de nuestra alimentación, es un ácido nucléico presente en diversas células que permite la producción del proteínas necesarias para la actividad celular y su desarrollo. Cabe mencionar que es el riñón quien almacena esta sustancia.


TOMA DE MUESTRAS Y OBSERVACIÓN
El dispositivo a través del cual puede recolectarse una muestra de este fluido es la copa menstrual. Las toallas sanitarias de tela, esponjas marinas, toallas desechables o tampones no pueden ayudarnos en esta labor pues absorben los líquidos de la sangre y sólo nos permiten ver las cualidades más sólidas de sus componentes.

Entonces, lo primero que tenemos que hacer es tener una copa menstrual y aprender a utilizarla. Después de unas 4 horas de uso en tu día más abundante, la copa tendrá suficiente cantidad de fluido para su observación. Los 3 factores que tendremos que analizar en una muestra son: abundancia, color, espesor.

Abundancia: podemos tener sangrados escasos o abundantes, esto suele ser regular en todos nuestros ciclos. La referencia de lo que está bien y no depende únicamente de tu cuerpo. Si normalmente tienes poco o mucho fluido, esa es tu referencia. Ahora, la cantidad y tiempos de sangrado dependen del equilibrio entre corazón y riñones. El corazón bombea la sangre, el riñón la atrae hacia el útero y le aporta los nutrientes. Cuando no hay suficientes líquidos la sangre será más escasa que cuando estamos bien hidratadas. Cuando hay demasiado sangrado es porque tenemos un exceso de energía o calor en algún órgano del cuerpo (probablemente en el hígado) y habrá que revisar con un médico a que se debe y dar un correcto tratamiento.

Color: El color de la sangre depende de tu hidratación, tu temperatura y del estado de tu hígado. Si hay mucha energía en el hígado -es decir, se encuentra alterado por diversas emociones- habrá un mayor sangrado, de un color más rojo; si hay mucho calor en el hígado (como sucede al enojarnos) el sangrado será más escaso porque los líquidos corporales estarán deshidratados por el mismo calor y su color será más oscuro.

Consistencia: Como dijimos antes, es el riñón quien otorga los nutrientes y agua a la sangre menstrual. La finalidad de nutrirla es para crear una nueva vida. Cuando menstruamos, mucha energía almacenada en nuestro cuerpo sale con la sangre. Esta actividad orgánica es quien da la consistencia al sangrado menstrual. Cuando es demasiado líquida podemos comprender que hay un desgaste energético fuerte en nuestro cuerpo ya que la sangre lleva a la energía, mientras que cuando contiene muchos coágulos (que además generan cólicos) es porque hay un bloqueo en la sangre que puede ser fisiológico (coajos o coagulación por desequilibrios en los órganos) o espiritual (dificultad para dejar ir o demasiada preocupación).

LA SANGRE SANA
En realidad, cada una de nosotras somos diferentes y nuestros órganos actúan de diversas maneras, sin embargo es importante darnos cuenta de las constantes y las excepciones que vemos en nuestro cuerpo y su funcionamiento pues ahí está la respuesta a nuestras preguntas espirituales. En general, la sangre menstrual de una mujer sana debería tener más o menos estas características:
Abundancia: alrededor de 100 ml durante todo el ciclo.
Color: Vino tinto-marrón oscuro, esto nos habla de una buena concentración de nutrientes.
Consistencia: líquida-espesa (tipo moco) sin grandes coágulos (algunos pequeños son normales).
Si tu sangrado es diferente a esto (muy rojo o muy café, demasiado escaso o abundante, etc), o varía de un ciclo a otro en tiempos y cantidades, y no tienes muy claro lo que sucede, no dudes en escribirnos a info@yeztli.com para que te ayudemos con alguna asesoría sobre el tema o nos ayudes a crear más artículos informativos a partir de tus preguntas.


Invocando a las diosas

Muchos de los himnos homéricos son invocaciones a las deidades griegas. Por
ejemplo, un himno homérico puede crear la imagen de una diosa en la mente de quien lo
escucha, al describir su apariencia, atributos y hazañas. Entonces se la invita a estar
presente, a entrar en un hogar, a dar una bendición. Los griegos de la antigüedad sabían algo
que nosotros podemos aprender: las diosas pueden ser imaginadas y, después, invocadas.
En los capítulos sobre las diosas concretas, los/as lector/as tal vez descubran que no
están familiarizados/as con alguna de ellas. Tal vez se encuentren con que un arquetipo que
les sea enormemente útil no esté desarrollado suficientemente o que, aparentemente, les
“falte” dentro de sí. Es posible “invocar” dicha “diosa”, haciendo conscientemente un esfuerzo
para ver, sentir o tener la sensación de su presencia –visualizarla mediante la imaginación- y,
después, pedir su fuerza singular. He aquí unos ejemplos de invocaciones.

● Atenea, ayúdame a pensar con claridad en esta situación.
● Perséfone, ayúdame a permanecer abierta y receptiva.
● Hera, ayúdame a comprometerme y ser fiel.
● Deméter, enséñame a ser paciente y generosa, ayúdame a ser una buena madre.
● Artemisa, manténme centrada en ese objetivo lejano.
● Afrodita, ayúdame a amar y a disfrutar mi cuerpo.
● Hestia, hónrame con tu presencia, dame paz y serenidad.

ACTIVANDO LAS DIOSAS

En la Grecia antigua, las mujeres sabían que su vocación o su función en la vida las
situaba bajo el dominio de una diosa concreta, a la cual veneraban: las tejedoras necesitan el
patrocinio de Atenea; las jóvenes se hallan bajo la protección de Artemisa; las mujeres
casadas veneraban a Hera. Las mujeres rendían culto y presentaban ofrendas ante los altares
de las diosas cuya ayuda necesitaban. Las mujeres que daban a luz rezaban a Artemisa para
que les liberase del dolor; invitaban a Hestia a sus chimeneas para convertir sus casas en
hogares. Las diosas eran deidades poderosas, a las que se rendía homenaje con rituales,
veneración, ofertas y sacrificios. Las mujeres daban también a las diosas lo que les
correspondía, porque temían la cólera divina y el justo castigo si no lo hacían.
Dentro de las mujeres contemporáneas, las diosas existen como arquetipos y pueden
–como en la antigua Grecia- conseguir lo que les corresponde y reclamar potestad sobre sus
súbditos. Incluso sin saber a qué diosa está sometida, una mujer puede, no obstante,
“prestar” fidelidad a un arquetipo concreto durante un tiempo o durante toda su vida.
Por ejemplo, durante la adolescencia, una mujer puede haber estado completamente
loca por los chicos; puede que hay tenido relaciones sexuales tempranas y haber corrido el
riesgo de embarazos no deseados, sin saber que estaba bajo la influencia de Afrodita, diosa
del Amor, cuyo impulso hacia la unión y la procreación puede coger desprevenida a una joven
inmadura. O puede haber estado bajo la protección de Artemisa, que valoraba el celibato y
adoraba la vida natural, y que tal vez haya sido una joven loca por los caballos o una “girl
scout” de mochila. O quizá haya sido una joven Atenea, con la nariz metida siempre en un
libro o participando en un concurso de conocimientos, motivada por la diosa de la sabiduría
para obtener reconocimiento y buenas notas. O, desde que jugaba con sus primeras
muñecas, tal vez fuese una Deméter en ciernes, fantaseando sobre cuándo podría tener su
propio bebé. O quizá fuera como la doncella Perséfone cogiendo flores en el prado, una joven
sin metas definida a la espera de que algo o alguien la entusiasmen.

Todas las diosas son patrones potenciales en la psique de todas las mujeres, aunque
en cada mujer concreta algunos de estos patrones están activados (energetizados o
desarrollados) y otros no. La formación de los cristales fue una analogía de la que Jung se
sirvió para ayudar a explicar la diferencia entre patrones arquetípicos (que son universales) y
arquetipos activados (que están funcionando en nosotros); un arquetipo es como el patrón
invisible que determina la configuración y estructura que adoptará un cristal cuando se forma
(1). Una vez que el cristal cobra su forma realmente, el patrón ya reconocible es análogo al
arquetipo activado.
Los arquetipos pueden también ser comparados con los “códigos” contenidos en las
semillas. El crecimiento de las semillas depende de la clase de tierra y de las condiciones
climáticas, de la presencia o ausencia de ciertos nutrientes, del cuidado amoroso o de la
desatención por parte de los hortelanos, del tamaño y profundidad de las macetas, y de la
resistencia de la misma variedad de que se trate.
Del mismo modo, qué dioses o diosas (pueden estar presentes varios al mismo
tiempo) se activan en una determinada mujer, en un momento específico, depende del efecto
combinado de una pluralidad de elementos que interactúan entre sí: predisposición de la
mujer, familia y cultura, hormonas, otras personas, circunstancias no elegidas, actividades
escogidas y fases de la vida.

Las diosas como arquetipos

A la mayoría de nosotros se nos enseñó algo acerca de los dioses y diosas del monte
Olimpo en algún momento en la escuela y hemos visto estatuas y pinturas de ellos. Los
romanos veneraban estas mismas veleidades, dirigiéndose a ellas con sus nombres latinos.
Los dioses del Olimpo tenían atributos humanos: su conducta, reacciones emocionales,
apariencia y apariencia y mitología nos proporcionan patrones que se asemejan a la conducta
y actitudes humanas. También nos son familiares porque son arquetípicos; es decir,
representan modelos de ser y de actuar que reconocemos a partir del inconsciente colectivo
que todos compartimos.
Los más famosos de ellos eran los doce dioses del Olimpo: seis dioses –Zeus,
Poseidón, Hades, Apolo, Ares, Hefestos- y seis diosas –Hestia, Deméter, Hera, Artemisa,
Atenea y Afrodita. Una de las doce, Hestia (diosa del Hogar) fue sustituida por Dionisos (dios
del vino), cambiando así el arquetipo hombre/mujer en siete dioses y cinco diosas. Los
arquetipos de las diosas que describo en este libro son las seis diosas del Olimpo: Hestia,
Deméter, Hera, Artemisa, Atenea y Afrodita –más Perséfone, cuya mitología no se puede
separar de la de Deméter.He dividido estas siete diosas en tres categorías: las diosas vírgenes, las diosas
vulnerables y las diosas alquímicas (o transformadoras). Las diosas vírgenes fueron puestas
juntas en la antigua Grecia. Las otras dos categorías son clasificaciones mías. Las formas de
conciencia, los papeles favorecidos y los factores motivadores son las características que
distinguen a cada grupo. Las actitudes hacia los demás, la necesidad de cariño y la
importancia de las relaciones son también claramente diferentes en cada categoría. Las
diosas que representan las tres categorías requieren ser expresadas por algún lado en la vida
de una mujer que ésta pueda amar profundamente, trabajar con sentido, y ser sensual y
creativa.

El primer grupo que se encontrará en estas páginas son las diosas vírgenes: Artemisa,
Atenea y Hestia. Artemisa (a la que los romanos llamaron Diana) es la diosa de la caza y de
la luna. Sus dominios eran las tierras vírgenes. Era la arquera de disparo certero y la
protectora de la juventud de todas las cosas vivientes. Atenea (conocida como Minerva por
los romanos) era la diosa de la sabiduría y la artesanía, patrona de Atenas, ciudad que tomó
su nombre, y protectora de numerosos héroes. Normalmente se la representa llevando una
armadura y era conocida como la mejor estratega en las batallas. Hestia, la diosa del Hogar
(la diosa romana Vesta), era la menos conocidas de todas las diosas del Olimpo. Estaba
presente en las casas y en los templos como fuego en el centro del hogar.
Las diosas vírgenes representan la cualidad de independencia y autosuficiencia en las
mujeres. Por el contrario de las demás diosas del Olimpo, estas tres no podían enamorarse.
Los apegos emocionales no les desviaban de lo que consideraban importante. No eran
victimizadas y no sufrían. Como arquetipos, expresan la necesidad de autonomía en las
mujeres y la capacidad que éstas tienen de centrar su conciencia en lo que tiene sentido
personalmente para ellas. Artemisa y Atenea representan la actitud de ir directamente a los
objetivos y el pensamiento lógico, que hacen de ellas los arquetipos orientados hacia el logro.
Hestia es el arquetipo cuya atención está enfocada hacia dentro, hacia el centro espiritual de
la personalidad de una mujer. Estas tres diosas son arquetipos femeninos que persiguen sus
metas de manera activa. Amplían nuestro concepto de los atributos femeninos para incluir la
competencia y la autosuficiencia.

Al segundo grupo –Hera, Deméter y Perséfone- le llamó las diosas vulnerables. Hera
(conocida como Juno por los romanos) era la diosa del matrimonio. Era la esposa de Zeus, el
dios que reinaba sobre los dioses del Olimpo. Deméter (la diosa romana Ceres) era la diosa
de las cosechas. En su mito principal se enfatizaba su papel de madre. Perséfone (en latín,
Proserpina) era la hermana de Deméter. Los griegos la llamaban también Koré, “la doncella”.
Las tres diosas vulnerables representan los papeles tradicionales de la esposa, la
madre y la hija. Son los arquetipos orientados hacia las relaciones, cuyas identidades y
bienestar dependen de tener una relación significativa. Expresan la necesidad de las mujeres
de afiliación y vinculación. Están armonizadas con otras personas y son vulnerables. Estas
tres diosas son violadas, raptadas, dominadas o humilladas por dioses masculinos. Cada una sufrió a su manera al romperse o deshonrarse una relación afectiva, y mostraron síntomas
similares a los de una enfermedad psicológica. Cada una de ellas también evolucionó, y
puede proporcionar a las mujeres una comprensión interna de la naturaleza y pauta de las
propias reacciones que deben abandonarse, y el potencial para el crecimiento interno
mediante el sufrimiento inherente a cada uno de estos tres arquetipos de diosas.
Afrodita, diosa del amor y de la belleza (más conocida por su nombre romano como
Venus), se encuentra por derecho propio en la categoría de las diosas alquímicas. Era la más
bella e irresistible de las diosas. Tuvo muchas aventuras y numerosa descendencia de sus
numerosas relaciones. Creaba amor y belleza, atracción erótica, sensualidad, sexualidad y
nueva vida. Entablaba relaciones por decisión propia y nunca fue victimizada. Así pues,
siempre mantuvo su autonomía como diosa virgen y tuvo relaciones como diosa vulnerable.
Su conciencia era receptiva y al mismo tiempo estaba concentrada, lo que permitía un
intercambio en dos direcciones, que le afectaba tanto ella como a la otra persona. El
arquetipo de Afrodita motiva a las mujeres a perseguir intensamente las relaciones más que
la permanencia, a valorar el proceso creativo y a estar abiertas a cambiar.

"Las Diosas de Cada Mujer - Shinoda Bolen "

PLANTAS ANTICONCEPTIVAS

Efecto:
Evita la fecundación.
Periodo:
Durante todo el ciclo y/o durante el periodo fértil.


Numerosas plantas han sido usadas históricamente para reducir
la fertilidad. No hay mucha información disponible hoy en día,
pero hay referencias sobre lo que las mujeres de la antigüedad
hacían y la comunidad científica a publicado estudios, la mayoría
basados en animales, mostrando sus efectos anticonceptivos.
También hay estudios informales realizados por grupos de salud de
mujeres. La anticoncepción herbal nunca será tan efectiva como la
píldora, pero es una alternativa para las personas que quieren
probar métodos alternativos. Se conoce muy poco sobre los efectos
secundarios de la mayoría de estas plantas.

Con cualquier método de anticoncepción siempre hay algún
riesgo de embarazo. La mayoría de los métodos modernos son
efectivos entre un 70% y un 99 %. Ten claro, antes de comenzar,
que las plantas pueden fallar, por lo tanto, planifica tus
opciones. Para aquellas de nosotras que queremos minimizar el
riesgo de estar embarazadas, las plantas no serán la mejor opción
como método único. Si usas alguna de estas plantas ten en cuenta
que estás experimentando bajo tu propia responsabilidad.
Cada una tiene su propia receta: algunas se toman diariamente
y otras según las necesidades particulares. Normalmente las
plantas de toma diaria necesitan un tiempo para hacer efecto,
entonces has de usar un método alternativo en ese periodo. Unas
actúan en el útero, otras en los ovarios, unas intervienen sobre
la producción hormonal y hay otras cuyo mecanismo de acción aún no
entendemos. 
Algunas sirven para interferir con la producción o la movilidad normal del esperma.

DE TOMA DIARIA:
ÑAME SALVAJE
NEEM
ZANAHORIA SILVESTRE (estrogénica)
DURANTE EL PERIODO FÉRTIL:
ZANAHORIA SILVESTRE (estrogénica)
RUTINA/RUDA

Determinando nuestro ciclo fértil

Para evitar el embarazo hay que calcular los días aproximados
de la ovulación, que son los días fértiles. La ovulación se
produce unos catorce o quince días antes de la regla. Entre la
ovulación y la menstruación es la fase luteal que suele ser
constante, estos 15 días, mientras que la fase folicular (periodo
entre la menstruación y la ovulación) es más variable. Para un
ciclo de 35 días, la ovulación comenzaría en el día 22 de ciclo
aproximadamente.

A la par que se aproxima la ovulación, la química del cuerpo
cambia, el cervix se abre y emanan fluidos fértiles que permiten
al esperma sobrevivir en la vagina y entrar al útero. Una vez
dentro puede sobrevivir de 3 a 5 días, en algunos casos hasta 7
días. Así que si están sanos y las condiciones son buenas, hay
posibilidades de que viva una semana dentro del útero. Una vez
liberado el óvulo puede ser fecundado en las siguientes 24 horas,
algunas fuentes hablan de 36 horas. Después comienza a
deteriorarse y deja de ser posible su fecundación. Ya que el
esperma puede sobrevivir una semana, es importante prevenir su
entrada en la vagina especialmente antes o durante la ovulación.
En los días no fértiles, el medio ambiente ácido de la vagina no
permite que los espermatozoides sobrevivan más de 3 a 7 horas.
Tener clara tu ovulación, es la parte más compleja. El día del
ciclo en el que el óvulo es liberado puede variar de ciclo a
ciclo, puede estar influenciado por factores externos como
enfermedad, cambio de peso o de estilo de vida o excesiva
preocupación por estar embarazada... Lo ideal es que aprendas a
ser capaz de reconocer las señales de tu fertilidad. Hay tres
señales corporales claves: la secreción de flujo, la temperatura
del cuerpo y los cambios cervicales. Las tres señales de
fertilidad son simples de observar y registrar y no requieren de
nosotras más que de unos minutos al día.

Wakan-Tanka. Indios Sioux

Wakan-Tanka —el «Gran Espíritu»— es Dios, no sólo en cuanto Creador y Señor, sino también en cuanto Esencia impersonal. Este nombre de «Gran Espíritu», como traducción de la palabra Sioux Wakan-Tanka y de los términos similares en otras lenguas indias, a veces da lugar a objeciones; sin embargo, si Wakan-Tanka —y los términos correspondientes— puede también traducirse por «Gran Misterio» o «Gran Poder Misterioso» (o incluso «Gran Medicina»), y «Gran Espíritu» no es, sin duda, absolutamente adecuado, esta última traducción es, no obstante, del todo suficiente; es cierto que la palabra espíritu posee cierta indeterminación, pero presenta la ventaja de no implicar ninguna restricción, y esto es exactamente lo que conviene al término «polisintético» de wakan. La expresión «Gran Misterio» propuesta por algunos como traducción de Wakan-Tanka—o de los términos análogos en otras lenguas indias, tales como Wakonda o Manito—, no aclara mejor que «Gran Espíritu» la idea que se trata de reflejar, pues la palabra «misterio» no expresa en suma más que una cualidad extrínseca; por lo demás, lo que importa es la cuestión de saber, no si el término indio expresa exactamente lo que nosotros entendemos por «espíritu», sino si la idea expresada por el término indio puede traducirse por «espíritu» o no. Hemos dicho anteriormente que el «Gran Espíritu» es Dios, no sólo en cuanto Creador y Señor, sino en cuanto Esencia impersonal; añadiremos que, inversamente, es Dios, no sólo como puro Principio, sino también como Manifestación: Así pues, Él es Dios como tal y en Sí mismo, y por consiguiente Dios como Manifestación cósmica, si está permitido expresar se así, y por último, Dios como reflejo de Sí mismo en esta Manifestación, es decir, como sello divino en lo creado.
Lo que acabamos de decir se desprende de modo necesario del uso mismo que hacen los indios de la mayor parte de los términos que designan al «Gran Espíritu»; pero, aparte de esto, los sioux establecen explícitamente una distinción entre los aspectos esenciales de Wakan-Tanka: Tunkashila («Abuelo») es Wakan-Tanka en cuanto éste se halla más allá de toda manifestación, e incluso más allá de toda cualidad o determinación, sea cual sea; Ate («Padre»), por el contrario, es «Dios en acto»: el Creador, el Sustentador y el Destructor. De modo análogo distingue, en lo que concierne a la «Tierra», a Unchi («Abuela») e Inâ («Madre»): Unchi es la sustancia de todas las cosas, mientras que Inâ es su acto creador —considerado aquí como un «alumbramiento»—, acto que produce, conjuntamente con la «inspiración» por Ate, a todos los seres.
A través de las especies animales y de los fenómenos fundamentales de la Naturaleza,
el indio contempla las esencias angélicas y las Cualidades divinas: en este orden de
ideas, citaremos las consideraciones siguientes de una carta de Joseph Epes Brown: «Es
difícil, para aquellos que consideran la religión de los hombres rojos desde el exterior,
comprender la importancia que tienen para ellos los animales y, de modo general, todas
las cosas que contiene el Universo. Para estos hombres, todo objeto creado es importante,
por la sencilla razón de que conocen la correspondencia metaf ísica entre este mundo y
el «Mundo real». Ningún objeto es para ellos lo que parece ser sólo según las apariencias;
no ven en la cosa aparente más que un débil reflejo de una realidad principial3. Por
esto toda cosa es wakan, sagrada, y posee un poder, según el grado de la realidad espiritual
que refleja; así, muchos objetos poseen un poder para el mal, tanto como para el
bien, y todo objeto es tratado con respeto, pues el «poder» particular que contiene puede
ser transferido al hombre; los indios saben bien que no hay nada, en el Universo, que no
tenga su correspondencia analógica en el alma humana. El indio se humilla ante toda la
Creación, sobre todo cuando «implora» (es decir, cuando invoca ritualmente al Gran Espíritu
en soledad), porque todas las cosas visibles han sido creadas antes que él (anterioridad
que, desde el punto de vista de determinado simbolismo de las criaturas, tiene también
un sentido puramente principial) y que, por ser sus antepasados, merecen respeto;
pero el hombre, aunque haya sido creado en último lugar, es, no obstante, el primero de
los seres, pues sólo él puede conocer al Gran Espíritu (Wakan-Tanka)4.
Estas consideraciones permitirán comprender mejor cómo toda cosa «característica»,
es decir, que manifiesta una «esencia», es wakan, «sagrada». Creer que Dios es el sol, es
ciertamente un error totalmente «pagano» —y ajeno al pensamiento indio—, pero es
igualmente absurdo creer que el sol no es nada más que una masa incandescente, es decir,
que no «es» Dios de ningún modo. Podríamos, también, expresarnos de la manera
siguiente: wakan es lo que es íntegramente conforme a su propio «genio»; el Principio es
Wakan-Tanka, es decir, lo que es absolutamente «Sí mismo»; y por otra parte, el sabio es
aquel que es perfectamente conforme a su «genio» o a su «esencia»; ésta no es otra que
el «Gran Espíritu» o el «Gran Misterio».
 Es wakan, «sagrado», lo que permite «conformarse
» directamente a la Realidad divina; el hombre es wakan cuando su alma manifiesta
lo Divino con la evidencia espontánea y fulgurante de las maravillas de la Natur aleza:
los elementos, el sol, el relámpago, el águila, el bisonte, el oso, las montañas, los torrentes,
las estrellas, y así sucesivamente. Por esto la cobardía —especie de abandono de la
«personalidad»— es el pecado por excelencia; y esto explica también el «individualismo
» aparente o real de los indios, actitud que, partiendo de la «personalidad cual itativa»,
ha terminado por convertirse en un individualismo arriesgado.
En cuanto al conocimiento del «Gran Espíritu», que solo el hombre, entre todas las
criaturas terrestres, puede alcanzar, Hehaka Sapa lo definió un día en estos términos:

«Soy ciego y no veo las cosas de este mundo; pero cuando la luz viene de Arriba, ilumina
mi corazón y puedo ver, pues el Ojo de mi corazón ( Chante Ishta) lo ve todo. El corazón
es el santuario en cuyo centro se halla un pequeño espacio en el que habita el Gran
Espíritu, y éste es el Ojo (Ishta). Éste es el Ojo del Gran Espíritu por el que Él ve todas
las cosas, y por el que le vemos. Cuando el corazón no es puro, el Gran Espíritu no puede
ser visto, y si hubierais de morir en esta ignorancia, vuestra alma no podrá regresar inmediatamente
a Su lado, sino que deberá purificarse mediante peregrinaciones a través del mundo. Para conocer el Centro del corazón en el que reside el Gran Espíritu, debéis
ser puros y buenos, y vivir según la manera en que el Gran Espíritu nos ha enseñado. El
hombre que, de este modo, es puro, contiene al Universo en la bolsa de su corazón
(Chante Ognaka).»






Oración Indios Sioux


OH GRAN ESPÍRITU, CUYA VOZ OIGO EN EL VIENTO

Y CUYO RESPIRO DA VIDA A TODO EL UNIVERSO.

ÓYEME , SOY PEQUEÑO Y DÉBIL, UNO DE TUS MUCHOS HIJOS.

DÉJAME PASEAR EN LA BELLEZA Y PERMÍTEME QUE MIS OJOS SIEMPRE PUEDAN CONTEMPLAR EL ROJO Y EL PÚRPURA DE LA PUESTA DE SOL.
HAZ QUE MIS MANOS RESPETEN LAS MUCHAS COSAS QUE TUS HAS CREADO Y AGUDIZA MIS OÍDOS PARA OÍR TU VOZ.

HAZME SABIO PARA COMPRENDER TODAS LAS LECCIONES QUE TU HAS ESCONDIDO DETRÁS DE CADA HOJA Y DE CADA ROCA.

DAME FUERZA NO PARA SER MÁS FUERTE QUE MI HERMANO SINO PARA LUCHAR CONTRA MI PEOR ENEMIGO: YO MISMO.

Y HAZME SIEMPRE LISTO PARA IR ANTE TI CON LAS MANOS LIMPIAS Y LA MIRADA RECTA PARA QUE CUANDO LA LUZ SE DESVANEZCA COMO SE DESVANECE LA PUESTA DE SOL MI ESPÍRITU PUEDA LLEGAR ANTE TI SIN NINGUNA VERGÜENZA..